28 oct 2012

HAGAN JUEGO, SEÑORAS


Lo políticamente correcto no tiene nada que ver con la sexualidad.  Es más, lo políticamente correcto es incompatible con el erotismo. Todas esas cosas que resultan “denigrantes para la mujer” por machistas (ser humillada, dominada, convertida en puro objeto de deseo…) resultan también muy eróticas en numerosas circunstancias. Ponen.

Y ponen porque todos somos de todo, en mayor o menor medida y según nos dé: un poco sados, un poco masocas, un poco voyeures, un poco exhibicionistas… Y lo somos  aunque no nos atrevamos  porque nos parece mal ser como somos.

Pero el sexo no juega en la liga de la razón; el sexo es imaginación y fantasía. Si lo sacas de ahí, se estropea.

Mis amigas y yo siempre acabamos hablando de sexo. La otra noche surgió la conversación entre nigiri y nigiri, en una cena solo de chicas.

-         - Me gusta que Manu me ate - explicó Marie blandiendo sus palillos-. Me sujeta las muñecas al cabecero, me quita las bragas con ansia, me fuerza a abrir las piernas. Diréis que soy masoca, pero… ¡¡¡me pone muchísimo!!!

Jugar a ser otra nos pone muchísimo.  Ser quien verdaderamente somos nos pone muchísimo.

-         - Yo, a veces, pido que me llamen puta -añade Laura, la promiscua reina de las alcobas.
-         - Y yo me hago la estrecha: me pongo unas bragas enormes pero unos zapatos sexy, y me paseo por la habitación como si nada. Leandro se pone como una moto -ilustra Mer. 
-        - Yo me meto debajo de la mesa mientras trabaja en casa, ya sabéis para qué… -añade Sara.

Y Sofía no dice nada. Tampoco Mar. Y nos entra la risa. Parecemos niñas pequeñas recordando una travesura.  

Y es eso, una travesura. Un acto de rebeldía ante una sociedad que nos presiona para ser esto o lo otro, así o asá, pero raras veces nos invita a comportarnos tal y como somos. Es la autoafirmación de nuestra libertad, jugar a ser lo opuesto a nuestra imagen cotidiana de mujeres responsables y supereficaces.

No hacemos daño a nadie, no nos denigramos, no insultamos a nuestro sexo ni al resto de las mujeres. Ni siquiera a las maltratadas.  Es un acto de intimidad que  hacemos porque nos excita. Es un juego, y ya está.

El deseo no es ideología, es excitación y juego. Es descubrimiento.

Una idea de Mer: bragas altas y taconazo: una mezcla perversa para hacerse la estrecha.
(
Imagen del catálogo de Charlotte Olympia).

¿Y tú, procuras ser políticamente correcta entre las sábanas? ¿Te dejas llevar por lo que surja? ¿Te gusta descubrir quién eres?




No hay comentarios:

Publicar un comentario